Messi-Cristiano, duelo hasta el último aliento

Leo Messi ha demostrado sobradamente su condición de mejor futbolista del planeta. Lo ha ganado todo con su equipo y ha decidido justo en el momento y en el sitio donde se le esperaba. Lidera la Bota de Oro, con 31 goles en Liga, donde el Barcelona se mantiene al frente de la tabla a falta de dos jornadas. Sin embargo, siempre ha sentido de cerca el aliento de Cristiano Ronaldo, más fuerte, dominador de mayores registros, de arrolladora personalidad dentro y fuera del césped. La terca regularidad del argentino encuentra ahora competencia en los deslumbrantes fogonazos del portugués, autor de 18 goles en sus últimas 16 apariciones ligueras.

La febril batalla Barça-Madrid por el título se sintetiza en el mano a mano entre sus dos estrellas. El tímido y educado Messi frente al carismático Cristiano, excesivo para mal y para bien. El argentino vive rodeado de un excelso grupo, con socios de primera como Xavi o Alves. El crack de Madeira ha tenido que sacar la cabeza por un proyecto donde decepcionaron Kaká o Benzema. Tras perderse dos meses por una lesión de tobillo, su final de curso no admite comparación, tanto en la estadística como en el espíritu. Si el Madrid ha aguantado el infernal ritmo del líder, casi todo se lo debe a su número 9.

Hay una fecha imprescindible para entender los recientes días de furia de Cristiano. El 24 de enero de 2010 salía expulsado del Bernabéu tras un manotazo a Mtiliga. Le castigaron con dos partidos, pero desde entonces sus números deslumbran. Desde el club le llamaron al orden por segunda vez. Y esta vez, CR-9 se lo tomó bien en serio: 15 apariciones en Liga, con 16 goles, 10 asistencias y sólo una tarjeta amarilla. Disputó todos los minutos salvo los siete últimos en Palma, donde Manuel Pellegrini le cambió para que nadie dudara en el Ono Estadi de quién había decidido la victoria.

Fue Ronaldo, que acapara todas las atenciones, que pasa siempre de la decena de remates a portería, una escandalosa cifra más propia del baloncesto. Y más allá de los números, queda la sensación de un liderazgo mayúsculo. Cristiano se siente capaz de tirar de todo el equipo. A veces parece que quisiera centrar y llegar a rematar su propio envío. Sufre las patadas igual que Messi, pero domina otros registros más propios de un líder del vestuario. Después de la grisácea victoria ante Osasuna, criticó ante los micrófonos el pobre juego colectivo. Tres días después, feliz por tras la peliaguda remontada ante el Mallorca, felicitó a sus compañeros por la labor bien hecha.

Porque a Cristiano le sobra imán más allá del balón. Maneja los códigos de la prensa, sus guiños populistas y siempre tiene lista una sonrisa para las cámaras. Entre la masa acapara amores incondicionales y odios perversos. Su religión es monoteísta y requiere culto al líder. En esto rebasa las posibilidades de Messi, un chico tímido de Rosario. La grandeza de Leo se limita al rectángulo, a su divina zurda, a la gentileza con que tolera las patadas, al deseo de ser mejor cada día. Es el rey de la gambeta, pero en la distancia corta parece un chico más. Le falta el aura de los elegidos.

Eso sí, pocos dudan de que Leo puede decidir la Liga por sí solo el sábado. Sin ir más lejos, la pasada temporada marcó dos goles decisivos en el Sánchez Pizjuán (0-3). En dos años sólo ha fallado a su gente en las semifinales ante el Inter, el calvario por Mourinho, el peor recuerdo en años por el Camp Nou. Porque en el mano a mano del Bernabéu ganó la partida a Cristiano, marcó el 0-1 y dejó al madridismo en estado catatónico. Ha tenido que aparecer el mejor Cristiano para sacar al Madrid del hoyo. En los cinco triunfos posteriores a ese 10 de abril, los merengues han debido remontar tres veces (Almería, Osasuna y Mallorca). Y en todas ellas fue definitivo el portugués.

Ahora todo el país aguanta el aliento a la espera de las 23.00 horas del sábado. Entonces se conocerá el veredicto final. Porque la última jornada parece mero trámite ante Valladolid y Málaga. El Barcelona presume de un punto más, aunque su visita a Nervión tiene mucha miga. Messi ha marcado cuatro goles más que Cristiano, pero ha jugado más minutos y ha dispuesto de mejores medios a su alcance. El portugués ha marcado más veces de cabeza, penalti y libre directo. El Athletic, que le desquició en la primera vuelta, se antoja como su próxima víctima. Messi tampoco defraudará en Sevilla. Sólo puede haber sitio para uno.